miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cantar del Mío Cid Fragmento

<<Destierro del Cid>>
 


Enviado por don Alfonso marchó el Cid Rodrigo a Sevilla y a Córdoba; iba a cobrar el tributo de los reyes moros de aquellas tierras debían pagar todos los años al monarca cristiano.

Mas sucedió que a esto, el poderoso rey moro de granada, Almutafar, apoyado por unos cuantos castellanos desleales –entre ellos Diego Pérez y Fernán y Lope Sánchez y el orgulloso conde García Ordóñez- decidieron atacar a Almutamiz, rey de Sevilla, entrando por su reino a sangre y fuego. Y como el buen Rodrigo no tan sólo en el servicio de su patria empleaba su espada sino que la usaba también para defender en toda ocasión la razón y la justicia, al saber el grave daño que los granadinos intentaban hacer al aliado de su rey, envió cartas a García Ordóñez haciéndole saber que conocía su traición, y que de llevarse a cabo, se verían con él las caras en el campo.
Mas ya el rey de granada y sus aliados desleales, ricos hombres castellanos, caían esforzadamente sobre las tierras de Almutamiz, destruían cuanto hallaban a su paso, y contestaban con insolencia al Cid que no sería él quien se atreviera a echarlos de las tierras conquistadas.
¡Quien tal dijera al Cid Rodrigo Díaz!
Inmediatamente reunió un gran ejército de cristianos y moros y marcho contra el rey de Granada y los suyos, librándose una batalla que duró un día entero, de sol a sol, en la que los del Cid obligaron a sus enemigos a huir abandonando todo el terreno conquistado. Entonces fue cuando el Cid hizo prisionero en el castillo de Cabra, al orgulloso conde don García y le arrancó por burla un mechón de las barbas.
Y tantos cautivos cogió el Cid, que fue imposible contarlos; mas  tan sólo los tuvo prisioneros tres días, pasados los cuales mando que los soltaran. Que la generosidad del Cid en la paz igualaba a su valor en la pelea.
Luego se unió a los de su compañía, y reuniendo abundante y riquísimo botín, hizo que todo fuese llevado a Almutamiz, rey de Sevilla.
En esta ciudad todos aclamaron entusiasmados a su libertador, y le rindieron el debido vasallaje, entregándole incontables riquezas para las regalara a su señor el monarca cristiano.
Y cuando, portador de tan gratas nuevas, llegó el Cid  a Castilla, fue recibido con gran pompa y agasajo; todos querían verle, escuchar el relato de sus muchas hazañas y saber cómo había vencido al poderoso moro Almutafar, rey de Granada. Fue entonces cuando el nombre de Cid –que en árabe quiere decir <<señor >>  se añadió por vez primera el de Campeador, con que se significó su gran bravura en las batallas.
Antes que Rodrigo, había regresado a la corte el rencoroso conde don García, quien en lugar de agradecer al Cid su generosidad, no podía perdonarle su captura en el castillo de Cabra, y ansiaba vengarse de ella. Por esto, no atreviéndose a luchar cara a cara con el vencedor de Almutafar, procuraba por todos los medios indisponerle con el rey.
-Señor y rey –insinuaba un día al monarca-, ¿cómo pueden las victorias de Vivar habernos hecho olvidar su insolencia en Santa Gadea? Rey y señor –repetía al siguiente-; ¿no veis cómo con crecer tanto y tanto la majestad de Rodrigo Díaz va menguando la vuestra? Y ¿no sabéis, señor, que el Cid se alaba de tener sus pies más reyes moros de los que tenéis por tributarios? Los ricos hombres y mesnadas que siguen al Cid formarían ya una corte como la vuestra. Mirad, señor, que las altanerías del Cid lo van subiendo más alto de lo que es preciso; ved que los moros fronterizos lo adoran y temen como a un Dios. ¿No veis con qué poco respeto se presenta en la corte con la barba desaliñada y el cabello crecido? Pensad, señor, que el que tuvo osadía para hacer jurar a su rey sobre la ballesta, pues un día tenerla para hacerse proclamar rey de su territorio…
Y así un día y otro, llegó al fin don García a conseguir que el rey diera crédito a sus pérfidas insinuaciones. Y una mañana llegó a manos del Cid un pliego autorizado con el sello real, en el cual le hacía saber cómo se le desterraba de Castilla, se le confiscaban sus bienes, y se le daban nueve días de plazo para salir del reino.

3 comentarios:

  1. Esta lectura me pareció muy interesante, pero la parte que no me gustó fue cuando desterraron al Cid y creo que el conde don García actuó como un cobarde por no atreverse a enfrentar al Cid.

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  2. Pues a mí no me gusto mucho, porque me pareció muy aburrida, ya que esos fragmentos no son de mi agrado porque existía mucha riña y venganzas entre los reyes que provocaba muchas guerras.

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  3. A pesar de que este tipo de lectura no es muy de mi agrado me pareció muy interesante, pues tiene enfrentamientos que de una u otra forma llaman mucho la atención, lo único que no me gustó fue cuando desterraron al Cid ya que pienso que hizo muchas cosas buenas como para que le pagaran de esa manera.

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